Las evaluaciones anuales suelen ser una tarea ardua para los directivos. Con la aceleración actual de la tecnología y los consiguientes cambios en las estructuras organizativas, el modelo tradicional de evaluación anual del rendimiento parece tan pertinente como un teléfono de disco. Los directores generales y los altos cargos comprenden este cambio. De hecho, sólo unos 6% de los directores generales consideran útil su proceso de revisión. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué los directivos siguen realizando revisiones si no son eficaces?
Cambiar esa narrativa va más allá de los controles de ruta. Exige conversaciones intencionadas y continuas en torno al crecimiento y el desarrollo. Este cambio de enfoque capacita a las personas y les permite contribuir de forma significativa al éxito de la organización.
En lugar de considerar a los empleados como receptores pasivos de la revisión, solicite su participación activa y transforme el proceso en una vía de doble sentido. Pregúnteles qué formato prefieren, con qué frecuencia y en qué áreas desean centrarse. Además, pídales que vengan preparados con sus objetivos para el futuro y los procesos que pueden ser útiles. La oportunidad de recibir comentarios anima a la revisión a actuar también como una evaluación de los directivos., presentando oportunidades para aprender y crecer como líder y como empleado. Este enfoque colaborativo permite a los directivos generar confianza en el equipo y dirigir todo el proceso hacia sus necesidades y aspiraciones pertinentes.
Aunque la revisión anual es un parámetro importante para el desarrollo profesional, esperar a discutir el rendimiento hasta esa reunión es innecesario y contraproducente. Entreteje conversaciones informales de coaching en tu ritmo semanal o mensual. Una charla rápida tras el éxito de un proyecto o una sesión de feedback tras una presentación pueden tener mucho más impacto que un documento formal anual. El feedback regular en sesiones breves e informales fomenta una cultura de aprendizaje y mejora continuos y mantiene el desarrollo del rendimiento en primer plano.
Pasar por alto los logros alcanzados al principio del periodo de evaluación es un error habitual. Para evitarlo, cree un registro de los acontecimientos relacionados con el rendimiento a medida que se produzcan. Esto permite que las evaluaciones de los directivos incluyan ejemplos concretos de puntos fuertes, logros y oportunidades de mejora. La preparación exhaustiva de una evaluación demuestra su compromiso con el desarrollo profesional de la persona y da lugar a conversaciones realmente sustanciales.
Una evaluación del rendimiento no debe ser un sermón. Conviértase en un oyente activo, ofrezca toda su atención y fomente el diálogo abierto. Haz preguntas inquisitivas, aclara lo que entiendes y lo que supones, y escucha atentamente su punto de vista. Esto no sólo genera confianza, sino que también le ayuda a descubrir el potencial oculto y a adaptar sus comentarios en consecuencia.
Recomendaciones vagas como "mejorar la comunicación" o "desarrollar habilidades de liderazgo" son inútiles y frustrantes para los empleados. Elabore objetivos SMART con (no para) su personal, asegurándose de que sean Específicos, Mensurables, Alcanzables, Relevantes y Limitados en el tiempo. "Desarrollar habilidades de liderazgo" se convierte en "completar este curso de desarrollo del liderazgo en esta fecha concreta". Esto proporciona una hoja de ruta clara para ambas partes y permite un fácil seguimiento del progreso tangible.
No deje que la revisión termine con una simple palmadita en la espalda o una lista de tareas. Dedique tiempo a hablar de las aspiraciones futuras y la progresión profesional de cada uno. Ayude a sus empleados a trazar sus objetivos a largo plazo y a identificar los pasos necesarios para alcanzarlos. A la mayoría de las personas les interesarán las oportunidades de ascenso. Explore la hoja de ruta de su organización para la progresión profesional y los hitos que deben alcanzar para dar el siguiente paso. Esto no sólo aclara sus oportunidades dentro de la empresa, sino que también demuestra su inversión en su futuro, motivándoles a seguir superando las expectativas.
Las revisiones del rendimiento no tienen por qué ser temidas formalidades. Al adoptar estas estrategias con visión de futuro, los CEO y los altos directivos pueden convertirlas en catalizadores dinámicos del crecimiento, el compromiso y, en última instancia, el éxito de la organización.
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